Renacimiento. la innovación que emerge en tiempos de cambio
Renacimiento. Estamos en un tiempo en el que muchas formas de vida mueren para que otras nazcan. La forma de comprar, de salir a tomar un café, de trabajar, de entretenerse en casa, de atender a nuestros hijos,… La forma de hacerlo entró en crisis y YA cambió.
Por un lado, es un momento de gran esperanza para las personas con creatividad, innovadoras. Por otro, muchas empresas y negocios muy establecidos no serán capaces de adaptar sus productos, sus estructuras de comercialización y de costes y acabarán cayendo. Incluso algunas de las más grandes.
Como le pasó a Blackberry, que en 2012, hace solo 8 años, era utilizada por el 64% de los jóvenes en España. Hoy la mayoría de la gente de esa edad no sabe lo que era una Blackberry.
Hoy la tecnología permite que la innovación, las ideas, se impongan. No son necesarias esas enormes inversiones que daban tanta ventaja a las grandes compañías. La tecnología está mucho mas accesible. Hoy la agilidad y el emprendimiento marcan la diferencia. De hecho, se pueden ver infinidad de inventos sencillos y prácticos que arrasarán en la época postcovid.
Lo que no sabemos es tú serás uno de los innovadores que emerjan en este tiempo de cambio. Aquí te voy a contar lo que los distingue. Cuáles son sus características.
Lo primero. ¿Como te sientes? ¿Como estás la mayor parte del día? ¿Que significa esta época para ti? ¿Te parece que estás en un momento muy difícil o que estás en un momento estelar? ¿Tienes dudas de sí es posible salir adelante o estás centrado en trabajar con ilusión para conseguirlo?
Hay una anécdota que da idea de la trascendencia de tu estado. Bruce Springsteen comenzó tocando en un grupo junto a un compañero que era un crack como él. Tocaba muy bien, cantaba de maravilla y componía fenomenal. Todos pensaban que ambos estaban destinados a triunfar.
Había solo una diferencia: cuando ese compañero de Bruce iba a salir a tocar en directo, comenzaba a sudar, el corazón palpitaba con mucha fuerza, respiraba apresuradamente, se ponía rojo y decía «Ya estoy nervioso otra vez. ¡Y ahora tengo que salir ahí a tocar! Me voy a equivocar, voy a hacer el ridículo, se van a reír de mí». Y, efectivamente, se equivocaba, se quedaba en blanco y los dedos no le respondían en la guitarra. Hoy no se dedica ya a la música.
En cambio, Bruce, cuando tenía que salir a tocar en directo, comenzaba a sudar, el corazón le palpitaba con mucha fuerza, respiraba apresuradamente, se ponía rojo y decía «¡Uao, ya estoy a tope! ¡Vamos a salir ahí a hacer explotar este lugar, los vamos a poner a todos a vibrar y a saltar!» Y, efectivamente, esa imagen que Bruce tenía de la gente vibrando y saltando desde antes de salir se trasladaba a la realidad. Hoy es una leyenda gracias a que vio ese sueño desde el principio y gracias a que creyó en él.
Bruce no tenía duda de que cada vez que salía a tocar era su momento estelar. Piensa en ello. ¿Cuánto tiempo del día estás con ese entusiasmo, con tu mejor estado de creatividad? ¿Y cuánto tiempo estás con dudas, miedos u otras cosas que no aportan? El porcentaje de uno y de otro estado es un buen indicador de las posibilidades de éxito.
El estado que necesitas tiene ese punto de entusiasmo junto a estar centrado, abierto a lo que pasa, muy atento y también muy conectado con los demás, creando alianzas, cooperando. Que te voy a decir. Tú sabes como estás cuando despliegas tu creatividad para crear tu destino. Te sientes en tu momento estelar.
Mark Zuckerberg se sentía así allá por el 2003 cuando creó una app para sus compañeros de Harvard, para entretenerse y hablar uno de los otros. La universidad cerró la app, pero daba igual, con ella había nacido un sueño llamado Facebook.
Eric Yuan en 2011 se hartó de tratar de convencer a los directivos de Cisco Systems de que era necesario crear una aplicación de vídeo-llamadas que se adaptará a lo que necesitaba la gente. Esos directivos decían que Skype era imbatible. Eric, con los préstamos de amigos y familiares, creó el sueño que él veía y en el que creía, Zoom, que se convirtió en la aplicación de vídeo-llamadas más descargada durante el confinamiento del covid-19. Esto llegó a pasar porque Eric se vio en el 2011 en su momento estelar.
Como decía, hoy vemos infinidad de inventos sencillos y prácticos que arrasarán en la época postcovid. Para ser uno de los innovadores que tengan éxito, necesitas verte hoy en tu momento estelar. Desde ahí podrá producirse la tenacidad necesaria, es decir, desde la ilusión y la motivación, no desde el «tengo que» o desde el miedo a lo que puede pasar.
Thomas Alva Edison inventó en 1879 su lámpara incandescente. Hubo muchas otras antes, pero ninguna consiguió un filamento que resistiera caliente más que un par de horas. En la nochebuena de 1879, 3.000 personas presenciaron algo inimaginable: 40 lámparas iluminadas que permanecieron encendidas durante 48 horas.
Como lo consiguió Edison? Él fue el único que probó el suficiente número de materiales y formas de combinarlos. Se dice que probó 1.000 materiales hasta encontrar el que aguantaba el calor, a partir del bambú carbonatado.
Hay una anécdota que expone claramente el espíritu vencedor del innovador. Cuando su mujer le preguntó a Edison un día qué tal le iba su proyecto, él contestó: «Me va muy bien, ya tengo 500 materiales descartados! Tengo inscritos 500 filamentos que no funcionan! «. Otra persona, cuando llevara 100 pruebas se daría por vencido. Edison creyó en su sueño y creó lo que en aquel momento nadie imaginaba.
Se necesita una tenacidad para la prueba-error nacida del entusiasmo, pues no es suficiente con la disciplina o la auto-exigencia. Para innovar necesitamos una fuerte motivación, que permita encender en la mente una imagen con tu destino y que te haga creer en él para poder superar los obstáculos del camino. Una tenacidad desde un estado que, como decíamos, también sea realista.
¿Y como debe ser ese estado que combina el entusiasmo y el realismo? Para eso te voy a explicar como hacía Walt Disney, uno de los principales innovadores de la historia. El hombre que creó una nueva forma de entender los dibujos animados y que con Disneylandia inventó los parques temáticos.
Cada vez que tenía que proyectar sus sueños tomaba tres formas de pensamiento, corresponsales a tres de los enanitos de Blanca Nieves: el soñador, el fabricante y el enanito gruñón (o crítico).
Comenzaba por soñar libremente desde la perspectiva del soñador y después se ponía en el estado del fabricante para diseñar el camino. En ninguna de esas posiciones dejaba entrar al critico, pues es un gran limitador de la creatividad… Lo guardaba para lo final.
Finalmente, en tercer lugar, se ponía en la perspectiva del crítico y veía lo que había pensado hasta ese momento. Lo hacía hasta el detalle que hiciera falta para decir lo que podía fallar, para criticarlo sin límite, igual que no se lo había puesto los dos anteriores personajes, soñador y fabricante.
Con esa información, comenzaba un nuevo ciclo en ese mismo orden de soñador-fabricante-crítico, pero en este nuevo ciclo el soñador tenía la información que le habían proporcionado en el anterior turno el fabricante y el crítico. Podía realizar nuevos ciclos, adquiriendo cada vez mas información de cada perspectiva y compartiendo sus nuevos pensamientos en los siguientes turnos, hasta que los posibles riesgos que veía el crítico eran asumibles.
Normalmente, el problema es que cuando ideamos un proyecto, el soñador, el fabricante y el crítico que llevamos dentro están peleando. Así es imposible pensar bien. Esta técnica, llamada «estrategia Disney», tiene unos excelentes resultados en las sesiones de coaching. Recomiendo a los innovadores respetar esos tres espacios de soñador, fabricante y gruñón, pue es una forma excelente de pensar con claridad y compartir la información de esas perspectivas.
Espero que estas ideas sean de mucha utilidad para los exitosos innovadores del futuro, que hoy aún no conoce nadie pero que ya que están empezando a crear su destino a partir de creer en su sueño.