Visualizar la imagen deseada: La herramienta con todo detalle

 In Coaching 4 Evolutions. Las Etapas del Desarrollo, StarT. Emprendimiento desde tu Don, Tu Mejor Versión, Vida Salvaje de las emociones y los pensamientos.

Extracto de “Cómo pensar bien. PNL para gestionar conflictos y multiplicar tu creatividad”.

Para mostrar toda la fuerza de la visualización, nos basaremos en los resultados de nuestra investigación “coaching 4 evolutions”. En ella hemos estudiado el alcance de la herramienta de la visualización en un análisis pormenorizado de 21 entrevistas a clientes de coaching.

A continuación, describimos esta herramienta para que pueda usarse para ayudar a otras personas o en la modalidad de “auto-coaching” (usar el proceso con uno mismo).

La Imagen deseada impulsa el desarrollo personal. Un caso típico

Comencemos por mostrar un caso típico:

Sonia (nombre ficticio) acudió al coach porque siente que su hermano tiene unos valores muy diferentes y no respeta su forma diferente de ver la vida. Esto le preocupa mucho y le crea una situación familiar muy difícil.

Cuando se le ayudó a visualizar el estado deseado, la imagen de su hermano cambió completamente respecto a la que tenía en mente habitualmente. A partir de la visualización, Sonia sintió a su hermano como una persona necesitada de cariño y comprensión, que se estaba encerrando en una armadura por no encontrar esa comprensión y a quien ella desea abrazar y ayudar.

Al imaginar a su hermano en el futuro como ella deseaba verlo, Sonia sintió lo mismo que si viera esa imagen en realidad… Esa imagen cambió totalmente su percepción de la relación con su hermano y esto provocó un cambio natural en la forma de comportarse con él. Su hermano dejó de ser para ella un monstruo avasallador y lo vio como una víctima de la mutua incomprensión.

El cambio en la forma de sentir y de comportarse de Sonia con su hermano permitió que también él cambiara. El problema desapareció para ella.

Vivimos en gran parte la realidad que imaginamos, y esto es un elemento fundamental del coaching 4 evolutions.

Este caso representa un buen ejemplo de utilización del lenguaje simbólico. “Algo iba mal” porque convivían dentro de Sonia dos partes en conflicto:

  • Una parte de ella sentía dependencia por su cariño hacia su hermano.
    • La otra parte de Sonia quería ser libre, soltando incluso ese cariño.

La dependencia / cariño le provocaba un gran dolor cuando su hermano le faltaba al respeto, lo que hacía desatarse a la parte que quiere ser libre. Ambas partes luchaban en el interior de Sonia.

El patrón de la imagen con que “vestía” a su hermano le hacía parecer un enemigo que deseaba conquistarla. Tras la visualización, su hermano dejó de ser para ella un monstruo avasallador y lo vio como una víctima de la mutua incomprensión. Es decir, se generó un nuevo patrón-imagen, gracias al que soltó la dependencia que no deseaba y se quedó con el amor por su hermano, al que jamás querría renunciar.

Gracias a la nueva imagen, ordenó las dos partes que estaban enfrentadas: al final, ella sentía el amor por su hermano, pero también se sentía independiente.

Vemos que esta forma de ver a su hermano es más madura, tanto en el aspecto emocional como en cuanto a la complejidad de pensamiento. Lo mismo podría decirse del caso previamente explicado de Elena. Esto es un ejemplo de lo que denominamos pensamiento de cuarto orden o pensamiento dialéctico, que el coaching 4 evolutions genera deliberadamente.

Visualizar, la vía directa a la intuición

Hay muchas investigaciones sorprendentes en psicología sobre el poder de la visualización. Recordemos el caso que explicamos al comienzo de este libro, en el que un equipo de baloncesto logró el mismo resultado visualizando el entrenamiento que el que logró otro equipo entrenando físicamente.

Nos basamos en  ello para dar un paso más allá en el habitual proceso de coaching: además de crear el objetivo, profundizamos en la visualización del mismo como elemento fundamental del proceso. Veremos que así conseguimos ayudar a la persona a alcanzar un marco de pensamiento más desarrollado (pensamiento dialéctico o de cuarto orden).

Dado que las imágenes son el lenguaje más natural de la mente (su lenguaje simbólico), cuando la persona visualiza el objetivo consigue dos cosas:

  • Conecta con su pensamiento más acertado para conseguirlo
  • Despierta su motivación más poderosa.

Esto es lo que la mente necesita para generar su intuición más avanzada. El lenguaje simbólico es el lenguaje de la etapa 4 del ser humano, la etapa del pensamiento de cuarto orden y de la motivación de auto-creación, como veremos más adelante.

La precaución con la visualización es que hay que inducirla bien, pues si no, la persona no imaginará con la intensidad necesaria.

Es importante detallar que cuando hablamos de ayudar al cliente a visualizar según nuestro método, le estamos pidiendo que imagine el estado deseado. Nos volcamos enteramente en el futuro. Por tanto, no le recordamos el pasado ni inducimos imaginaciones que no procedan de la persona, al estilo habitual de la hipnosis o el psicoanálisis.

Estos resultados de utilizar la visualización coinciden con todos los estudios sobre el efecto de la auto-imagen y de la imagen de la meta de Lars Eric Unestahl, a partir de los que construyó su metodología de Mental Training.

1. Buscando el objetivo para la visualización

En esta fase nos centraremos en que se asiente la confianza del cliente. Es un requisito imprescindible para lograr el estado adecuado para la visualización.

Cuando tenemos un problema, lo primero que surge es la queja. La queja es la emoción que resume nuestra incapacidad de afrontar una situación. Es un círculo vicioso que se retroalimenta.

La forma típica de comenzar la visualización del estado deseado es preguntar «¿Y qué es lo que quieres conseguir?». Esta pregunta impactará en el cliente de alguna manera, pues significa un cambio total en el sentido de la conversación. Algo dentro del cliente dice «¡qué bien, por fin!», por abandonar la visión en que predomina la queja e incluso el victimismo. Dejamos un entorno de sensaciones negativas para pasar a otro de sensaciones placenteras: sus deseos.

Un ejemplo de cómo hacer la introducción sería éste:

«Ahora que hemos analizado la situación, es el momento de imaginar aquello que deseas alcanzar. Es importante que reconozcas con la mayor claridad posible lo que sería tu situación ideal, para a continuación imaginarla con intensidad. Es una parte clave de este proceso de coaching».

En este inicio, debemos asegurarnos también de que se produce, quizá paulatinamente, un cambio de estado en el cliente. La situación habitualmente le produce sensaciones negativas, que pueden quedársele un poco pegadas. El cliente necesita deshacerse de esa sensación de queja poco a poco durante los primeros momentos de la visualización.

Esto puede hacerse de varias formas:

  • Con un estado interruptor, como un cambio físico, un movimiento, una broma, etc.
  • Le podemos preguntar al cliente algo como: “¿Qué postura adoptas cuando quieres conseguir una actitud positiva?”.
  • Podemos ayudarle a disociarse explícitamente de la visión acuciante. Este sería un ejemplo de cómo puede solicitarse: “Imagina que te estás viendo desde fuera en todas las escenas que me has contado ¿cómo te ves? ¿qué dirías?»

Con esta disociación solo buscamos que la persona se despegue de su queja. No buscamos todavía que el cliente genere nuevas soluciones ni que descubra recursos. Eso se hará después de construir su imagen deseada. Es importante que desencadenemos los mecanismos que corresponden a cada momento del proceso por orden. Si no, el proceso puede perder fuerza. Si surgiera algún recurso de forma natural, lo apreciaremos, pero continuaremos la conversación sin detenernos en él.

Una vez realizados estos prolegómenos, veremos cómo el cliente va iniciando un cambio de estado y se va sintiendo cada vez más seguro y motivado de cara a la creación de la imagen deseada.

Para una buena formulación del objetivo, deben cumplirse estas condiciones:

  • Atractivo: si el objetivo no motiva, la persona no generará recursos, no se le ocurrirán nuevas opciones. Motivación y pensamiento están plenamente unidos.
  • En su zona de control: el objetivo debe depender razonablemente de la acción de la propia persona. Si no, la motivación también descenderá y predominará la queja.
  • Ecológico: el objetivo bien formulado no debe amenazar otras áreas de la vida de la persona que también son importantes. Por ejemplo, una persona puede desear ascender a un puesto que requiera cambiar de ciudad, con lo que verá menos a su familia. Antes de dar por bueno el objetivo, hay que comprobar que esto es “ecológico” o “globalmente deseable” para el cliente.
  • En positivo: por ejemplo, “dejar de fumar” no es un objetivo bien formulado. Si te fijas, es difícil visualizarlo. Pero sí puedes visualizar “tener mejor salud” o “ahorrar para ir al cine y viajar” o “sentirme independiente y relajado sin el ansia de fumar”.

2.    Buscando evidencias de la imagen deseada

Antes de visualizar, llega el momento de concretar, de forma descriptiva, qué cosas suceden y qué cambios hay en la situación deseada por el cliente. No debemos dar nada por supuesto, sino todo lo contrario, el coach debe preguntar con mucha curiosidad. Como si fuera un investigador que ayuda a la persona a percibir los detalles importantes.

Se trata de ayudar al cliente a recoger la información gracias a la que le resultará mucho más fácil visualizar a continuación.

Nuestras preguntas buscarán las evidencias: cosas que se verán o escucharán cuando el cliente consiga el objetivo. Ayudaremos al cliente a crear una escena relacionada con su objetivo conseguido.

Por ejemplo, si su objetivo es tener éxito en una negociación, puede ser el momento en que tendrá lugar, el momento en que va a entrar en la sala, el momento en que se despiden, o el momento en que llega a casa satisfecho. Estamos buscando que hable el lenguaje simbólico del cliente, que genere una imagen o escena de éxito. La solución o el recurso en sí vendrá después de la visualización.

Las evidencias que se necesitan para construir la visualización son cosas que suceden y que pueden ser filmadas. Serán del tipo:

  • ¿Qué deseas conseguir?
  • ¿Cómo sabrás que has conseguido lo que deseas? ¿Cómo te darás cuenta?
  • ¿Qué sucederá cuando hayas conseguido lo que deseas?
  • ¿Qué características tienen que cumplirse en la situación deseada? 
  • ¿Qué evidencias habrá de que lo has conseguido?
  • ¿Qué verás? ¿Qué oirás? ¿Qué sentirás?

La persona aún no está visualizando, pero estamos recopilando los ladrillos con los que construiremos de forma sencilla la visualización.

Nota: si nos dice lo que verán o sentirán otras personas, le podemos preguntar ¿y tú como te darás cuenta? Lo que ve, oye y siente él/ella es lo realmente poderoso para la visualización.

Gracias a esta descripción de los elementos de la imagen deseada, el cliente sigue ganando confianza de cara al proceso de visualización, así como también va asegurando su estado. Es decir, continuamos prestando atención a estos dos puntos clave, al igual que en los prolegómenos.

Ahora, el cliente tiene un saco lleno de elementos que le harán más natural y cómodo iniciar la visualización… Y posiblemente ya esté también deseando sumergirse en ese mundo que quiere para sí. Está ya a punto para realizar la visualización.

A lo largo de este proceso, le preguntaremos qué fecha desea ponerle a la consecución de este objetivo.[1]

3.    Visualizando la Imagen Deseada

“Si lo puedes imaginar, lo puedes crear”.

Walt Disney

Puede decirse que nuestra mente, al imaginar la situación solucionada, es capaz más fácilmente de encontrar el camino hacia la misma. Pensándolo bien, parece lógico que si antes no tenía esta imagen o era difusa, no pudiera elaborar ese camino.

Ayudando al cliente a imaginar la situación deseada, le invitamos a construir el mundo que desea, le ayudamos a hacerlo tangible lo que antes no existía. Ayudamos al cliente a ejercitar su imaginación y a llevarla más allá de lo que está acostumbrado, para así encontrarse casi físicamente en un lugar y en una situación que antes sólo veía de forma borrosa. 

Pasamos ahora el paso decisivo de la visualización.

3a. Transportando al cliente a la Imagen Deseada

Gracias a las evidencias obtenidas en el punto 2 y al estado positivo y de confianza que ahora tiene el cliente, resultará natural que pueda imaginar su situación deseada. Lo primero que haremos será transportarle allí.

Comenzaremos con una frase introductoria con la que el coach se sienta cómodo/a, por ejemplo:

Ahora, te voy a pedir que imagines ese momento en que ya has conseguido tu objetivo. Poco a poco te ayudaré a imaginarlo cada vez con mayor nitidez.

Imagina que te despiertas y ya estás en ese día en que has logrado tu objetivo.

¿Dónde estás?

Esta pregunta es clave para comenzar la visualización. Cuando le induces a pensar en su imagen deseada, la persona siempre imagina algo. “¿Dónde estás?” es una pregunta absolutamente abierta y directa. Siempre tendrá respuesta para ella.

Tanto con esta pregunta como con las siguientes, escucharemos la respuesta con toda calma y le permitiremos que la detalle todo lo que desee. Incluso le apoyaremos con frases naturales como: “entiendo”, “muy bien”, “ya veo”, “ah, ¿sí?”, “¿qué más hay?” o “¿qué más?”.

A continuación, continuaremos con preguntas que le permitan distinguir más cosas de la imagen deseada, como:

  • ¿Qué sucede?
  • ¿Con quién estás? (solo en caso de que intuyas que puede haber alguien en la escena que tiene en mente, no nos arriesguemos).

Esta sucesión suele funcionar bastante bien. Lo importante es que no presupongan nada. Cuanto más abiertas sean, mejor

No utilizaremos preguntas como “¿hay una mesa?”, porque presupone que la mesa es relevante y además es una pregunta cerrada (no da libertad, sino que se contesta con un sí o un no). No debemos arriesgar. Si la persona menciona que hay una mesa, sí podemos preguntarle cómo es, pues no presupone nada y es abierta.

3b. Haciendo más vívida la imagen

A partir de aquí, el coach puede sentirse como en un juego en que el cliente está en un lugar que el coach tiene curiosidad por conocer… Y por el que le puede preguntar. Utilizaremos esta secuencia, en cuanto a los sistemas de representación de la PNL.

  • ¿Qué ves?
  • ¿Qué oyes? (No siempre, no se puede forzar, sino permitir que surja según lo que el cliente va contando).
  • ¿Cómo huele? (Pocas veces surge esta oportunidad, pero es un poderoso evocador de imágenes).

En plena conexión con la imagen que el cliente está comenzando a vivir y que está contando, el coach le preguntará por detalles con el único objetivo de que complete la imagen y la viva con más fuerza. 

Las preguntas serán sencillas y buscarán prolongar la imagen que el cliente está viviendo. Por ejemplo:

¿Cómo es la mesa? ¿Qué tal día hace? ¿De qué color son las cortinas? ¿Cómo es su ropa? ¿De dónde viene ese olor? ¿Qué se ve desde la terraza? ¿Cómo es la conversación? ¿Cómo se ve a la otra persona? También se puede volver a preguntar cualquiera de las preguntas anteriores.

Seguirá también con apoyando con frases naturales como “¿qué más?”, “muy bien”, etc.

La única pretensión con estas preguntas es la de crear una imagen nítida en la mente del cliente.

1.    El valor: sensación y nombre.

4a. La sensación

Me gustaría comenzar mostrando una experiencia descrita por Víktor Frankl en uno de los momentos más duros de su experiencia como prisionero en los campos de concentración nazis de Dachau:

El hombre que marchaba junto a mí susurró de repente: «Si nuestras esposas pudieran vernos ahora… ¡Espero que estén mejor en sus campos y no sepan lo que nos está sucediendo a nosotros!».

Eso trajo pensamientos de mi esposa a la mente. Y como llevábamos millas resbalando en lugares helados, apoyándonos unos en los otros una y otra vez, arrastrando unos a otros,… En adelante, no se dijo nada, pero ambos lo sabíamos: cada uno de nosotros estaba pensando en su esposa. De vez en cuando miraba el cielo, donde las estrellas se desvanecían y la luz de color rosa de la mañana comenzaba a extenderse detrás de un banco de nubes oscuras. Pero mi mente se aferraba a la imagen de mi esposa, imaginándola con una concreción extraordinaria. La oí contestarme, vi su sonrisa, su mirada franca y alentadora. Real o no, su mirada era entonces más luminosa que el sol que empezaba a subir.

Un pensamiento me paralizó: por primera vez en mi vida vi la verdad tal como se describe en las canciones por tantos poetas, proclamada como la sabiduría definitiva por tantos pensadores. La verdad – que el amor es la última y la más alta meta a la que el hombre puede aspirar.

El hombre en busca de sentido. Viktor Frankl

Vemos cómo la imagen vívida de su esposa trajo a Frankl una sensación poderosísima, al tiempo que le recordó su valor “amor” de forma igualmente vívida. Esto es lo que se busca provocar mediante la visualización. Éste es el centro del proceso de coaching 4 evolutions.

Por ello, en la sesión, una vez notamos que la persona está viviendo nítidamente la imagen, cuando sentimos que está plenamente asociada a ella, podemos trasladarle a sus sensaciones con esta pregunta: “¿Cómo te sientes?”.

El cliente descubre sensaciones que rara vez antes había encontrado, ya que nunca había tenido una experiencia tan cercana al ansiado objetivo. Esas sensaciones son lo que él entiende inconscientemente que hay detrás de conseguir el objetivo, lo que realmente le mueve a alcanzarlo. 

Esas sensaciones son la manifestación de lo más poderoso de ese desafío y su verdadero significado: el valor detrás del objetivo. Esas sensaciones son el lenguaje que el cuerpo utiliza para expresar los valores de la persona, algo imposible de describir con palabras.

Es muy útil ayudar a la persona a definir mejor sus sensaciones. Para ello podemos preguntarle: “¿Dónde lo sientes? ¿Qué forma tiene? ¿De qué color es?”.

Deseamos que el cliente acceda a sus valores y los sienta profundamente, más allá de lo conceptual. Le proporcionamos así una experiencia que muchos clientes jamás olvidan. Podría decirse que buscamos hacer una vivencia a corazón abierto. 

4b. Nombrar el valor

A partir de conseguir que la persona identifique cómo se sentirá, el coach dará un nuevo paso, relacionando esa sensación con el valor que hay detrás de ese objetivo que está visualizando. El coach ayudará a buscar una palabra para esa sensación, una etiqueta, con la que nombrará en adelante a ese adorado valor.

Así unimos imagen, sensación y palabra, un triángulo poderosísimo para apelar a nuestros recursos, a nuestras mejores intuiciones.

Para ello se utilizan preguntas como:

¿Qué te aporta? ¿Cuál es la importancia de haberlo conseguido? ¿Qué ganas con esto?

Cuando el cliente responda, por ejemplo, «felicidad», seguiremos indagando para que el cliente siga identificando todas las tonalidades de ese valor. Así conocerá con más detalle qué significa para él ese valor al que denomina «felicidad». Para ello, le seguiremos preguntando «¿qué te aporta?» Con diferentes fórmulas, como las propuestas más arriba.

Quizá acabe dándole otro nombre, por ejemplo «confianza». Podremos saber que el cliente ha dado con la palabra que identifica perfectamente el valor, observando alguna de estas señales:

  • Repite la palabra en varias ocasiones.
  • Se percibe un gesto o cualquier otra señal no verbal corporal (muchas veces el brillo en los ojos, el color de la piel o la respiración).
  • Cambia su postura o posición (descruza manos, brazos o piernas, se echa hacia delante, … Cualquier postura que dé sensación de apertura).
  • Se produce una modulación en su voz (un énfasis más alto o más bajo, un hablar más lento, más pensativo, más eufórico, …).

Sabremos que esa palabra es la etiqueta con la que el cliente define su valor. Sabremos que ésa es la etiqueta del cajón donde está lo más precioso para esa persona en relación a ese objetivo. 

Esa palabra será fundamental como resorte de su motivación y sus recursos… Posteriormente, a lo largo del proceso de coaching a esa persona, cuando sea necesario le podremos hacer referencia a esa palabra. Pueden surgir pregunta como, por ejemplo: «y ¿cómo has sentido la confianza en esa situación?… ¿Cómo sería la situación si la sintieras?»

Por todo ello, no buscamos la palabra que represente la definición perfecta del valor objetivamente. Todo lo contrario, lo que buscamos es la palabra que representa ese valor subjetivamente para la persona.


Set de herramientas 4

Visualizando la imagen deseada en tu día a día

Este proceso de cambio en el estado y la capacidad de “pensar bien” puedes utilizarlo en la vida diaria, de forma más o menos intensa, dependiendo de la necesidad y las posibilidades del momento.

Basándonos en los principios expuestos, éste sería el resumen de los pasos para visualizar la imagen deseada, sea para aplicar a los demás o a uno mismo y las preguntas adecuadas de cada uno:

  1. Conseguir el estado coach, tal como ha sido explicado.
  2. Buscar el objetivo de a situación: “¿Qué deseo conseguir en vez de esto?”
  3. Buscar las evidencias del objetivo: “¿Cómo sabré que lo he conseguido? ¿Qué veré / oiré / sentiré?”
  4. Imaginar una escena del objetivo, es decir construir la imagen deseada:

“¿Dónde estoy? ¿Con quién? ¿Qué sucede?”

“¿Qué veo? ¿Qué oigo? ¿Qué huelo?” con todo el detalle que sea posible.

  • Construir la sensación: “¿Cómo me siento? ¿Dónde lo siento?”. Con detalle.

Incluso podemos preguntarnos “¿Qué forma tiene? ¿De qué color es?”.

  • Nombrar el valor: “¿Qué me aporta esta sensación?” (¿qué me aporta esta escena, este objetivo?).
  • Conseguir una nueva forma de verlo: “¿Cómo puedo conseguirlo? ¿Qué nueva idea puedo aplicar?” Si la visualización ha sido suficientemente intensa, pueden surgir pensamientos de cuarto orden.
  • Sacar tareas concretas. “¿Qué voy a hacer? ¿Cuándo?”.

Entrenando estos pasos, cada día estarás más conectado con tu propósito y obtendrás un acceso más rápido a tu mejor versión.

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