Vida Salvaje de las emociones. Capítulo 3. La sanación emocional

 In Vida Salvaje de las emociones y los pensamientos.

Un relato escrito por Daniel Álvarez Lamas 

Gracias a las aportaciones de Melisa G. Terriza, Marian Cobelas y Renata Otero

Durante los primeros meses de retiro, yo continuaba haciendo coaching esporádicamente. Quería seguir tocando tierra, pero solo escogía aquellos casos que beneficiaran el desarrollo de mi investigación. El caso de mi amigo Samuel me hizo reflexionar especialmente.

Samuel estaba en pleno proceso de separación, una separación no deseada. Se sentía traicionado. Todo su mundo maravilloso y seguro se venía abajo y no era capaz de encontrarle explicación. Su esposa, Maribel, le pedía la casa y la custodia total de sus hijos aunque era ella la responsable de la ruptura, según él. Por su parte, no pensaba ceder lo más mínimo. “¡Era lo que faltaba, con todo lo que me ha hecho!», decía.

Samuel me pidió iniciar un proceso de coaching para enfocar esta situación tan dolorosa. Buscaba la serenidad necesaria para pensar con serenidad y no sufrir tanto. «¡Me estoy volviendo loco!», decía.

La relación de Samuel con su esposa continuaba siendo una pesadilla. No soportaba que ella le culpara del divorcio. Maribel decía que todo se debió a sus viajes y sus interminables jornadas de trabajo. El poco tiempo que estaba con ellos, estaba serio y preocupado por la empresa. Samuel se indignaba. «No sé cómo se atreve Maribel a echarme la culpa – me decía -, después de lo que me sacrifiqué por ellos durante tantos años. Solo quería la felicidad de mi familia,,… ¡que no les faltara de nada!».

Podía sentir la desesperación de Samuel. Cuando en la primera sesión me habló del juicio por el divorcio, explotó: “Luis, por ahí no paso. Encima de montar este lío descomunal, quiere quedarse con mi casa y con mis hijos… ‘¿y qué más? ¿Quiere que le dé un riñón? Porque es lo único que me queda por darle’”. La rabia y la frustración eran tan grandes que acabó entre sollozos.

Pero el proceso de coaching ayudó a Samuel a encontrar la serenidad en mitad de toda esa tormenta de emociones. Y lo consiguió, precisamente, cuando comenzó a asumir que nada volvería a ser igual. En vez de mirar al pasado, comenzó a ver el presente y a enfocarse hacia el futuro. Cuando Samuel se rindió y aceptó la realidad, descubrió lo que esa lucha trataba de proteger: su punto más tierno, su niño interior, que se encontraba perdido y vulnerable… Y le permitió llorar todo lo que tenía que llorar, como si tomara a ese niño en su regazo, protegiéndolo dentro de la atmósfera segura que se había creado en nuestras sesiones de coaching.

Después de esa catarsis, fue capaz de revisar «su vida anterior» con otros ojos. Comprendió lo sola que se había sentido su esposa. Reconoció que él estaba absolutamente inmerso en su trabajo… y lejos de su familia.

Mostrar toda esa vulnerabilidad fue lo que, curiosamente, le dio la fuerza para aceptar por mente y corazón lo que le estaba pasando y para soltar la idea de vida a la que se aferraba. Ahora podía emplear toda la energía con la que se resistía al cambio en construir una nueva vida… y un nuevo Samuel.

En esta nueva vida se proponía vivir conforme a sus valores, pues ahora se daba perfecta cuenta de las incongruencias de su vida anterior. Quería ser fiel a sí mismo y a todas las cosas que realmente le importaban. «Luis, ahora mismo lo que me motiva realmente es la felicidad de mis hijos y el respeto por mí mismo», me dijo cuando reflexionamos sobre ello. Además de su deseo inicial de conseguir la felicidad de sus hijos, ahora quería cuidarse a sí mismo. Trabajando sobre ello, surgió el objetivo que hizo que sus ojos se encendieran:

“Crear un entorno de estabilidad e ilusión para la felicidad de mis hijos y la mía propia”.

Ayudé a Samuel a visualizar una escena que reflejaba perfectamente este objetivo. Samuel casi lloraba al imaginarse hablando con sus hijos en un entorno de amor y serenidad. Recordaba cada día esta visualización, que era como una «auto-instrucción» que fue calando en su mente hasta sustituir a la frustración que sufría en su vida anterior.

La visualización era como una «auto-instrucción» que fue calando en su mente hasta sustituir a la frustración que sufría en su «vida anterior».

Esto le dio las fuerzas e ideas a Samuel para resurgir de sus cenizas. En la siguiente sesión, construyó un «camino de sanación», ideando conversaciones con sus hijos que le permitieron ver cuánto habían crecido.  “No me puedo creer todo lo que me he perdido», decía en la última sesión, entre lágrimas. «Menos mal que aún no es tarde para comenzar de nuevo», dijo al final. Su nueva actitud le permitió también tener conversaciones saludables con su ex-esposa y crear con ella una relación responsable, basada primero en el pragmatismo y después en un aprecio sincero.

Un mes después, Samuel había conseguido tener una relación mucho más cordial y cooperativa con Maribel y una conexión más auténtica con sus hijos.  Aunque no vivían con él, Samuel recuperó la ilusión de buscar actividades para hacer juntos, de escucharles cómo les iba en el colegio, sus anécdotas con sus amigos,… Samuel recuperó la curiosidad y el cariño para ayudarles con sus inquietudes.

Eso, a su vez, le hizo recuperar la ilusión por muchas otras cosas y notó que incluso su forma de relacionarse con los compañeros de trabajo cambió. “Ahora se te ve más cercano, más humano”, le dijo uno de ellos.

El proceso de coaching le fue de gran ayuda para que la separación no acabara como el rosario de la aurora. El conflicto interior y exterior se convirtió en evolución. Sin duda, fue una experiencia apasionante también para mí. Le quedé muy agradecido a Samuel de abrirse tanto y compartirla conmigo.

El caso de Samuel me permitió consolidar los principios que había ido recopilando sobre las emociones, viendo cómo podemos modificar nuestra visión de la realidad, gracias a nuestro dolor. Las emociones impulsan ese aprendizaje… “Solo” tienes que saberlas gestionar. Además, me sirvió para reforzar la importancia que tiene en este proceso el propósito: aquello que enciende tu inspiración y te da ganas de cambiar el mundo.

Nuestro dolor puede modificar nuestra visión de la realidad si lo convertimos en un propósito que enciende tu inspiración y te da ganas de cambiar el mundo.

Dicen que hay que salir de la “zona de confort”, pero ¿cuándo lo hacemos? Solo cuando la propia realidad nos pone una adversidad lo suficientemente fuerte. Ella nos obliga a crecer y el estímulo para ello es el dolor. Creo que todos hemos vivido evoluciones importantes a partir de situaciones dolorosas. El aprendizaje suele tener su origen en situaciones que nos obligan a evolucionar interiormente para conseguir nuestra versión 2.0, 3.0, etc.

Samuel se encontró con una situación inesperada que le rompió los esquemas, causando un enorme dolor, pero que, al final del proceso de duelo, le hizo darse cuenta de todas las incongruencias en su vida. El resultado fue vivir de forma más auténtica, más plena. De no ser así, posiblemente su vida hubiera continuado en aquella «normalidad ficticia», poco saludable para él y para su familia.

Dicen que hay que salir de la “zona de confort”, pero ¿cuándo lo hacemos? Solo cuando la propia realidad nos pone una adversidad lo suficientemente fuerte y nos obliga a crecer. 

En resumen, gracias a Samuel, pude comprobar que hay tres pasos en el proceso de «modificar nuestra visión de la realidad gracias a nuestro dolor», es decir, en el proceso de sanación emocional.

Los tres pasos de la sanación emocional. Las 3 Ces:

  1. Consciencia (y aceptación): al principio, el dolor consumía a Samuel porque su “familia feliz” se venía abajo. Este mismo dolor le obligó a parar en seco y, desde la calma, se dio cuenta de que ni él ni su familia estaban viviendo la vida que deseaba. Él mismo estaba siendo incongruente con su propósito y sus valores. Reunió fuerza para superar la culpa y las justificaciones y así enfrentarse a la realidad. Comprenderla y aceptarla le supuso un alivio y una serenidad que hacía tiempo que no sentía. Esto fue el inicio de la congruencia.
  2. Cuestionamiento: una vez estás en paz con la realidad, puedes plantearte ¿es esto lo que quiero? ¿Qué es lo más importante para mí? Samuel se planteó un objetivo de máxima motivación: “Crear un entorno de estabilidad e ilusión para la felicidad de mis hijos y la mía propia”. Este es el punto de giro hacia su «nueva visión de la realidad», es decir, hacia una nueva forma de sentirla y vivirla. Gracias a ese alto obligado en el camino, Samuel se dispuso a seguir sus valores más profundos. La visualización es clave en este cambio.
  3. Construcción: ese objetivo se convierte en el faro que guía su vida. El dolor sigue siendo el ángel custodio para que no se separe de este propósito y de sus valores, pues solo así logrará la paz que anhela. Desde ahí surge la nueva actitud y las ideas para crear una nueva relación con sus hijos y su ex-esposa. ENTONCES EMPIEZAN A CREARSE NUEVOS HÁBITOS PARA PENSAR Y SENTIR.

¿Quieres saber lo que son los hábitos de pensar y sentir y cómo te ayudan en tu transformación personal? Lo veremos en el siguiente fascículo.

¿Quieres saber más de emociones, motivaciones y valores? ¿Quieres seguir la historia de Luis Castro? Lee el siguiente fascículo de Vida Salvaje de las emociones (puedes suscribirte arriba si lo deseas).

Si ves algo que comentar, puedes escribirnos a daniel.alvarez@benpensante.com.

Gracias por tu atención.

Recent Posts
Comments
  • Kamel Abi Hassan
    Responder

    Excelente los elementos del Aprendizaje Emocional y la relación entre Emoción y Propósito.
    Finalicé mis notas resumiendo:
    Propósito: la verbalización, expresión visible o no de lo que queremos realmente, de eso que nos hace volver a levantarnos, movernos y que le da sentido a nuestra vida, el Motor.
    Emociones: el combustible de alta (emociones positivas) o de baja calidad (emociones negativas) que puede propulsar o paralizar al Motor.
    Gracias Daniel

Leave a Comment