Vida Salvaje de las Emociones. Capítulo 1. Los fundamentos de la inteligencia emocional

 En Vida Salvaje de las emociones y los pensamientos.

Un relato de Daniel Álvarez Lamas

Gracias a Melisa Terriza, Renata Otero y Marian Cobelas por sus aportaciones

La soledad de mi despacho es el espacio perfecto para escribir. Me encanta tomar mi taza de té a pequeños sorbos delante de la hoja en blanco. Siento el deseo de comenzar a garabatear en ella.

Desde mi ventana miro la muralla que rodea mi ciudad, Lugo, mientras comienzo con mi ritual de relajación. Respiro con calma y permito que una sensación placentera recorra todo mi cuerpo… primero la cara, luego la cabeza, luego la nuca …  La sensación de quietud se va extendiendo. Me imagino que es como se siente la arena de la playa al ser acariciada por las olas.

Mi nombre es Luis Castro. Soy profesor de Filosofía en el Campus Universitario de Lugo. No soy filósofo de casualidad. Desde pequeño tengo una enorme curiosidad por conocer lo que nos mueve, por saber de dónde venimos y para qué existimos… Me apasiona el imprevisible comportamiento humano, quizá por la necesidad de comprenderme a mí mismo. Enseñar todo eso se ha convertido en mi profesión, o más bien, mi pasión. El destino me llevó también a utilizar el coaching para ayudar a personas que encuentran dificultades en su vida o que, sencillamente, desean alcanzar la plenitud.

Este es un momento especial en mi vida, pues, por razones que os contaré, me siento llamado a una misión, la de explicar a fondo la vida salvaje de las emociones, ese mundo interior que nos hace vibrar y sufrir, el que nos tortura o da sentido a nuestra existencia.

Desde siempre me agradaron las preguntas de los alumnos. Disfruto cuando las plantean con curiosidad… y más cuando son de enjundia como la pregunta de:  “¿Para qué sirven las emociones? ¡No hacen más que complicarme la vida!”.

Me han hecho esta pregunta muchísimas veces y la respuesta básica es que todas las emociones nacen de una realidad que hay que escuchar, una realidad exterior por un lado e interior por otro. Tus emociones son el envoltorio de un mensaje que necesitas para crecer.

Las emociones nacen de una realidad, exterior o interior, que hay que escuchar. 

Te contaré un ejemplo reciente.

Sonia era la típica alumna destacada. Siempre hacía preguntas perspicaces y tomaba apuntes sin parar, pero sus compañeros no la tenían como una empollona, sino que la apreciaban porque siempre quería ayudar y además no paraba de reír. Decía que su propósito de vida era ayudar a las personas que habían perdido la esperanza.

Pero esta última temporada era ella la que estaba triste. Me tenía preocupado, así que un día, a la salida de clase, la invité a tomar un café.

La cafetería de la universidad era ruidosa, pero en la cristalera que hay al lado del jardín se estaba muy a gusto. Comenzamos a charlar sobre el tiempo de forma distendida, pero pronto fuimos al grano.

– Sonia – le dije, – últimamente te veo triste ¿te pasa algo?

– Bueno – respondió, – no estoy pasando un buen momento, Castro – así me llamaban en la universidad.

– Cuéntame. Quizá hablar sobre ello te puede ayudar – le dije, viendo que le hacía falta desahogarse.

– Me quiero ir de mi casa – repuso, con voz apagada y mirando hacia abajo. – Mis padres no paran de discutir y de hacerse infelices… a ellos y a todos. A mi hermano todo le resbala, pero yo estoy harta de querer poner paz, de consolarles… y de frustrarme cuando veo que cada vez lo hacen peor. Parece que disfrutan discutiendo.

– Entiendo – dije, pausadamente. – No me extraña que lo estés pasando mal.

– ¡Y lo peor es que me siento una inútil! – exclamó, con rabia. – Estoy haciendo esta carrera para ayudar a que la gente esté bien, pero no soy capaz de hacerlo ni con mis propios padres – dijo, conteniendo la emoción. Se hizo un silencio.

– Sonia, no seas tan dura contigo misma – continué. – Ten en cuenta que esta situación te implica mucho emocionalmente como para mediar entre ellos. Son tus padres…

– Ya – repuso. – Como dices, es necesario ser imparcial para resolver cualquier conflicto como terapeuta o como coach, pero me resulta imposible…

– Exacto – contesté. – Lo raro sería que pudieras. Además, cuando dos personas han aprendido a relacionarse de una forma tan tóxica, es como una adicción. No es nada fácil que salgan de ahí… Pero lo que sí que puedes hacer es escuchar tus emociones ¿Te das cuenta de los valores tan importantes que hay detrás de ellas?

– Sí, es cierto, Castro – respondió, más calmada, mientras miraba en su interior. – La rabia me viene de verles pasándolo mal, porque les tengo mucho cariño y por todo lo que significan para mí. Toda esa frustración es por verles infelices.

Esas emociones pueden ser una tortura – concluí, – pero nacen de unos valores muy importantes que son tus raíces. Debes escucharlos de forma saludable y actuar de forma práctica y realista. 

– Esas emociones pueden ser una tortura – concluí, – pero nacen de unos valores muy importantes que son tus raíces. Debes escucharlos de forma saludable y actuar de forma práctica y realista.  ¿Cómo podrías ayudar a tus padres, asumiendo que no está en tu mano resolver su problema? 

Después de un rato de conversación pausada, Sonia se fue tranquilizando. Fue capaz de encontrar ideas para cuidar su propio estado y para encauzar la relación con sus padres, ajustando sus expectativas a la realidad.

– Muchas gracias, Castro – me dijo. – Creo que ya veo la luz al final del túnel. – Al despedirse, me di cuenta de que estaba recuperando la sonrisa de siempre.

Esa conversación me dejó pensando, porque la verdad es que no era un caso aislado. Estos últimos años, me hacían habitualmente este tipo de consultas. Parecía que, al ir teniendo más conocimientos y más canas, llevaba un cartel que ponía «Resuelvo sus problemas emocionales». Además, reconozco que me ponía muy a tiro.

Me di cuenta de que mis alumnos necesitaban una guía con las principales pautas para tener una vida plena y saber manejar el universo de las emociones, el cual, ciertamente, puede resultar salvaje. Además, ellos querían a su vez ayudar a otras personas, para lo cual esa guía se hacía imprescindible. El nombre me vino de sopetón. La llamaría «Vida Salvaje de las Emociones».

Así que hace algo más de diez meses me decidí a escribir este libro, para lo que comencé una especie de retiro. Quería descifrar todos los secretos de las emociones partiendo de una idea: «Si la naturaleza es tan sabia ¿para qué creó esas emociones que parecen solo un instrumento de tortura?»

Quería tener una respuesta contundente y práctica que me convenciera desde el pensar y el sentir. Para ello, reuní los libros y apuntes que había acumulado durante tantos años y que siempre había deseado estudiar con más detalle. Gracias a unas circunstancias personales, tenía tiempo para dedicarme a la investigación. Durante meses, me sumergí en el pensamiento de mis autores preferidos, no solo de filosofía, como Spinoza, Platón, Nietzsche, Fromm o Frankl, sino también de psicología, como Maslow, Jung, Loevinger, Wilber, Kegan, Csikszentmihalyi (¡enhorabuena si has podido decir este apellido a la primera!), Grof y Eckman; neurocientíficos como Damasio y Llinás; biólogos como Dawkins y Lipton; junto a expertos en Coaching y PNL, como Tim Gallwey, Joseph O’Connor o Robert Dilts. Las emociones son un fenómeno central del ser humano, por lo que se han de investigar desde un amplio espectro de disciplinas.

Durante este estudio, he podido descubrir que se repiten una y otra vez los mismos principios de la «vida salvaje de las emociones», que son una forma práctica y realista de ver la inteligencia emocional. ¿Quieres comenzar por conocerlos? Se pueden resumir de esta manera:

Principios de la vida salvaje de las emociones 

  1. Las emociones son un fenómeno animal.
    • Somos mamíferos y tenemos las mismas emociones básicas que ellos.
    • Esas emociones nos hacen pensar de forma muy distinta a cuando estamos en estado de serenidad. Por eso, después de un ataque de ira solemos decir «¿Cómo fui capaz de decir (o hacer) eso?» ¡Es como si fuera otro yo!
    • Tenemos consciencia para superar estas emociones, pero nos falta paciencia.
  2. Las emociones son reacciones que quedaron instaladas a partir de la experiencia. 
    • Si pasaste miedo en algún tipo de situación, ese miedo queda registrado para emerger si se produce una situación parecida. 
    • Si tuviste una buena experiencia, como por ejemplo, cantando en la fiesta de fin de curso, posiblemente te entusiasmes cuando tengas que hablar en público. 
  3. Las emociones son estrategias que la naturaleza creó para sobrevivir.
    • La tristeza te avisa de que se daña algo importante.
    • El enfado te da agresividad y fuerza para combatir.
    • El miedo te permite correr más rápido.
    • La alegría te permite conectar con los demás en momentos adecuados y motivarte.
    • El asco te permite evitar cosas que te desagradan.
    • La sorpresa te permite reaccionar y aprender muy rápido.
  4. Pero las emociones no siempre te benefician.
    • Las emociones son reacciones automáticas, es decir, que no controlas, por lo que en muchas ocasiones crean un efecto contraproducente, sobre todo en un entorno social, en que la comunicación es siempre algo delicado.
    • Las emociones no se adaptan, pues son una estrategia cerrada: blanco o negro.
    • Puedes reprimir las emociones, lo que es un buen control de daños a corto plazo, pero no es positivo a largo plazo, pues lastrará tu naturalidad. Puedes llegar a convertirte en un frigorífico emocional.
    • Puedes modular y transformar tus emociones mediante la serenidad y el pensamiento racional. (Aquí te daré pautas para ello, ¡pero no infravalores la energía de las emociones!)
  5. Tú puedes cambiar tus emociones a partir de tus experiencias y de tu imaginación.
    • Las reacciones emocionales se crearon para ayudarte, pero en muchas ocasiones acaban haciéndote daño.
    • La buena noticia es que tú puedes ser consciente de ellas y crear nuevas experiencias para cambiarlas … y puedes aprender a dirigir ese cambio desde tu imaginación. Se trata de unir acción e imaginación en técnicas sencillas y poderosas que podrás aprender en los próximos capítulos, basándonos en coaching y PNL, entre otras disciplinas.
    • ¡Sí, tu imaginación puede crear verdaderas experiencias que transforman las emociones! Aprenderás a imaginar situaciones que cambian radicalmente tu vida emocional.

Todo ello desemboca en la cuestión básica para entender las emociones…

¿Cuál es la relación entre emoción y pensamiento?

Pensar es la gran ventaja competitiva del ser humano, pero jamás lo puedes hacer sin sentir. Cada cosa que piensas te hace sentir emociones y, a su vez, lo que sientes influye en lo que piensas. Un círculo vicioso… o virtuoso, que nos lleva al principio más importante para la transformación emocional:

Solo puedes pensar bien si te sientes en el estado emocional adecuado.

No piensas lo mismo con tristeza que con odio, pero, sobre todo, tu capacidad de pensar es mucho mayor cuando estás calmado. A lo largo del día, tenemos una diversidad de emociones que suelen ser adecuadas, aunque podemos mejorar mucho nuestra calidad de vida si trabajamos los momentos tóxicos. En eso se basa la inteligencia emocional que trabajaremos en las distintas técnicas.

    • Para el pensamiento, el estado ideal es el de la serenidad. Es el estado en que se integran corazón y razón hasta las capas más profundas de tu cerebro. Podrás generar intuiciones geniales si anímicamente estás en tu mejor versión.
    • Para la acción, el estado ideal es el de fluir. Corazón y razón se conectan con tu sistema neuromuscular para cualquier actividad excelente. 
El reto es estar la mayor parte del día en estos estados, sobre todo en los momentos más comprometidos ¿Es fácil? No, vivir no es fácil, pero lo importante es tener claro cuál es el desafío que tenemos por delante para lograr una vida plena.

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Ojalá esto te ayude. Como siempre, te agradeceremos mucho que nos digas si hay algo que no se entiende, una errata o cómo mejorarlo en general. Mi email es daniel.alvarez@benpensante.com.

 

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Mostrando 2 comentarios
  • Amelia Pretelt
    Responder

    Me encanta la forma fácil y amena con que ayuda a comprender el papel de las emociones en nuestra vida. Personalmente considero que aprender a desarrollar la inteligencia emocional es el primer paso en el proceso de la comprensión del otro, del desarrollo del pensamiento crítico y político. Da paso además a la creatividad porque la libera de los prejuicios o paradigmas con que a veces crecemos sin cuestionar. Gracias

    • Daniel Álvarez Lamas
      Responder

      Gracias por tu interesante comentario Amelia

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