Vida Salvaje de las emociones. Capítulo 4. Transformar los hábitos de hacer, pensar y sentir
¿Quieres saber cómo es posible un proceso de cambio como el de Samuel que explicamos en el anterior capítulo? Aquí tienes una explicación completa sobre nuestro mundo interior, desde los hábitos más sencillos hasta las transformaciones existenciales.
Los hábitos nos permiten funcionar en el día a día de forma automática: no necesitamos gastar energía en pensar cómo hacer las cosas. Se van construyendo por aprendizaje y y son básicos para nuestra supervivencia ¡Sin ellos tendríamos que estar pensando cómo hacer todo como si fuera la primera vez! Los hábitos nos dan confianza y comodidad en nuestro día a día.
¿Cómo se forman los hábitos?
A lo largo de nuestra experiencia, surgen soluciones tanto para las cosas cotidianas (atarse los zapatos, por ejemplo) como para las más complejas (mantener una conversación delicada). Lógicamente, volvemos a usar estas soluciones cada vez que son necesarias hasta que se consolidan con la repetición y se convierten en hábitos. Cada hábito implica un circuito neuronal que se activa automáticamente cada vez que es necesario. Es como un surco por el que pasa el agua de nuestro pensamiento cada vez que sucede esa situación.
Ya no hará falta pensar para producir una solución que pudo resultar muy difícil la primera vez que se realizó ¡Recuerdo lo difícil que me resultaba atar los cordones de los zapatos cuando era niño! Y no te digo nada cuando empecé a conducir ¡Cómo iba a pisar tres pedales con solo dos pies! Ahora hago ambas cosas sin prácticamente pensar en ello.
Estarás pensando: «qué fácil puede ser la vida si tenemos los hábitos adecuados» ¿verdad? Pues exactamente así, ni más ni menos: nuestra vida es tan buena como nuestros hábitos.
Diseccionando los hábitos
Los hábitos no son solo comportamiento, sino que implican todos los ámbitos de la mente. De hecho, la actividad mental se basa principalmente en una sucesión de hábitos:
- Hábitos de emoción. Por ejemplo, alegrarse al ver a un amigo. Los hábitos de emoción nacen de nuestra inteligencia animal, como mamíferos que somos. Es lo que nos impulsa, lo que nos motiva.
- Hábitos de pensamiento. Por ejemplo, la idea de que «los amigos son una de las cosas importantes en la vida y por eso hay que dedicarles atención» o el pensamiento de «José es un buen amigo». Son como las instrucciones de un ordenador. Es nuestra parte lógica, de forma que nuestro comportamiento seguirá estas «auto-instrucciones», impulsado por las emociones.
- Hábitos de comportamiento. En este ejemplo, se provocará la acción de saludar a este amigo efusivamente (de la forma que cada uno aprendió a hacerlo).
La actividad mental se basa principalmente en una sucesión de hábitos de pensar y sentir
Si te fijas, muchas veces pueden dispararse el hábito de emoción y de pensamiento sin que se dispare el comportamiento. Tomemos el ejemplo anterior:
- Podemos acordarnos de nuestro amigo José y surgirán los mismos hábitos de pensamiento: «José es un buen amigo» y «los amigos son una de las cosas importantes en la vida y por eso hay que dedicarles atención»,
- Lo que provocará el hábito de emoción de la alegría.
No hemos hecho ningún esfuerzo en pensar y sentir. Surgió espontáneamente. Tampoco hay nada que hacer (quizá nos sonreiremos). Solo ha habido movimiento en nuestro mundo interior: se han producido únicamente los hábitos de emoción y pensamiento, que también podemos llamar hábitos de pensar y sentir.
Como ves, el comportamiento nace del pensamiento y la emoción, por lo que, si queremos ayudar a alguien a cambiar sus hábitos, nos centramos en estos últimos. Les llamamos hábitos, al final, son «pensamientos con pegamento emocional«. Cuando son hábitos arraigados es porque ese pegamento emocional es suficientemente fuerte como para que esas ideas guíen nuestra vida sin que nos demos cuenta.
Nuestro mundo interior es el sistema construido a partir de estos hábitos de pensar y sentir. Les llamaremos «ideas instaladas». (Nota al margen: como habrás notado, uso indistintamente los términos «ideas» y «pensamientos».)
Nuestro mundo interior es el sistema construido a partir de estos «hábitos de pensar y sentir». Les llamaremos desde ahora «ideas instaladas» por ser ideas que se han instalado con el pegamento emocional.
¿De dónde viene ese pegamento emocional de los hábitos? Valores e intención positiva
El pegamento emocional viene de nuestros valores. Por ejemplo:
- El valor de la amistad genera alegría por ver a un amigo.
- El valor de la amistad genera tristeza cuando un amigo nos falla.
- El valor de la supervivencia genera odio cuando pensamos en un enemigo que nos amenaza.
- El valor de la plenitud o el bienestar te provoca entusiasmo para leer artículos de desarrollo personal.
- El valor de ayudar a tu hija puede generar entusiasmo para explicarle la tabla de multiplicar.
- El valor de ayudar a tu hija puede generar enfado si no quiere estudiar.
Puedes ver cualquier emoción que tengas y podrás detectar su valor o «intención positiva» detrás de él. Este es un aspecto importante, que deberás tener muy en cuenta cuando quieras cambiarlo.
Algunas de las ideas instaladas (hábitos de pensar y sentir) fueron positivas en un principio pero se convierten en perjudiciales para nosotros. Por ejemplo, en el caso de Samuel que hemos explicado en el capítulo anterior, pensar que «para que mi familia sea feliz tengo que trabajar sin descanso» fue una idea instalada positiva durante un tiempo para motivarle, pero acabó costándole el divorcio. Esta idea llevaba su correspondiente «pegamento emocional» debido a que se vinculaba al valor «felicidad». Cuando una idea instalada nos está provocando daño en nuestra vida, en coaching les llamamos «ideas limitantes» (también se les llama «creencias limitantes» o «enfoques limitantes»).
El pegamento emocional proporciona mucha energía para cumplir estas ideas con firmeza, entusiasmo, obsesión o incluso rabia si es necesario. Los hábitos de pensar y sentir se producen de forma automática y tienen toda la fuerza de los procesos inconscientes, por lo que es muy difícil cambiarlos. Eso es muy bueno… salvo cuando son perjudiciales para nosotros y nos provocan dolor.
¿Cómo se consigue cambiar las ideas limitantes?
Las ideas limitantes son, como hemos visto, son hábitos de pensar y sentir que nos perjudican y nos producen dolor. Precisamente gracias a ese dolor emocional que nos producen vamos a poder transformarlas. El dolor es la alerta que nos previene cuando algo causa daño en nuestro cuerpo y en nuestra vida.
En nuestra búsqueda de la felicidad, el dolor emocional es una parte fundamental, pues, tras una primera etapa de victimismo o incluso tras pasar un duelo, el dolor genera la energía y la orientación necesarias para transformarnos. En particular, para transformar nuestro enfoque limitante.
El dolor emocional genera la energía y la orientación necesarias para transformar nuestra idea limitante.
Como has visto en el ejemplo de Samuel, «transformarnos» significa realmente «adquirir nuevos hábitos de pensar y sentir», es decir, instalar nuevas ideas. Me dirás que a veces no encontramos el camino o que éste nos resulta extremadamente doloroso. Es cierto, a veces necesitamos un apoyo. El/la coach conoce este proceso de transformación y nos ayuda a pasar por todas sus etapas para culminarlo con éxito.
La transformación de Samuel se resume en la transición entre dos intenciones positivas:
- Las antiguas ideas instaladas de Samuel, su antiguo enfoque, estaba equivocado, pero seguía una intención positiva: «la felicidad de la familia».
- Después surge un dolor emocional que se supera cuando se encuentra el nuevo valor a defender y conseguir: «Crear una relación saludable con mis hijos y mi ex-esposa».
El dolor creó la energía necesaria para instalar un nuevo enfoque (o idea) que satisfaga ambas intenciones positivas: “crear un entorno de estabilidad e ilusión para la felicidad de mis hijos y la mía propia”.
En definitiva, todo dolor está ahí por una intención positiva. Cuando la identificamos, se convierte en un propósito poderoso hacia el que nos dirigiremos con cada una de nuestras células, músculos, latidos, pensamientos y emociones, de forma tanto consciente como inconsciente. Es por ello que se despiertan nuestros recursos más desconocidos y poderosos, como sucede en una sesión de coaching.
Toda acción, pensamiento y emoción tiene un propósito, creado por una intención positiva o valor. Estos son fenómenos absolutamente relacionados con la motivación. Es por ello que ponemos en el anexo los distintos tipos de motivación.
Para terminar, te resumo estos pasos de una transformación vital. Son los elementos típicos en toda transformación personal, que se produce paralelamente a la sanación emocional. Como verás, son más detallados que las 3 Ces que expliqué en el anterior capítulo.
Ojalá te sea útil 🙂
Elementos de la sanación personal y la transformación personal
La persona siente un gran dolor emocional por una situación difícil. Normalmente, existe una idea o enfoque limitante que le impide lidiar con ella. Veamos cómo se ha creado el problema y cómo se llega a superarlo.
- La raíz, paradójicamente, es una antigua intención positiva (también llamada valor) importante para la persona. En el caso de Samuel, la de «lograr la felicidad de su familia».
- Este valor instaló unas ideas con su pegamento emocional, es decir, implicó unos hábitos de pensar y sentir. En el caso de Samuel, se instaló la idea de «trabajar sin descanso para la felicidad de su familia».
- Llega un momento en que esta idea le lleva a un callejón sin salida en su vida y se convierte en una idea limitante, es decir, perjudicial. Entonces, surge el dolor emocional.
- Ese dolor acaba siendo algo positivo porque revela una nueva intención positiva con el que recuperar el equilibrio y el sentido de su vida, y con ella un propósito para el cambio. En el ejemplo era la intención de «Crear una relación saludable con mis hijos y mi ex-esposa».
- Este nuevo propósito instala a su vez nuevas ideas, un nuevo enfoque. En este caso, “crear un entorno de estabilidad e ilusión para la felicidad de mis hijos y la mía propia” Es, dicho de otro modo, un nuevo hábito de pensar y sentir que, inevitablemente, generará nuevos comportamientos.
- Con los cuidados necesarios, estos nuevos comportamientos se repiten y esta semilla se convertirá en roble.
El coaching no hace más que facilitar y acelerar este proceso.
Tipos de motivación, en breve:
- Instinto de supervivencia: aquello más relacionado con lo más terrenal: correr si hay un incendio, comer, dormir, protegerte a ti y a tu familia, tener un lugar donde vivir, trabajo, sostenibilidad financiera, etc.
- De aquí salen valores como supervivencia, seguridad, territorialidad, etc. aplicado a uno mismo/a y a sus seres queridos.
- Sentimiento de pertenencia y reconocimiento social: «eres» del Barça, practicas una religión, te unes a un movimiento, tratas de que los demás piensen bien de ti, respetas la convivencia, tienes empatía, te compras el último IPhone porque todo el mundo lo hace,… En definitiva, tratas de ser un buen ciudadano o de seguir el grupo al que perteneces como uno más, renunciando a tu soberanía personal.
- Los valores que corresponden son, por ejemplo: orgullo de pertenencia, prestigio, patriotismo, autoestima, respeto, reconocimiento de tu valía, etc.
- Congruencia con tus valores personales o con los valores de la humanidad: cuando cambias de trabajo porque lo que te ha motivado durante toda tu vida ha sido ser artesano de cerámica, o para salvar ballenas.
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- Los valores de este capítulo, los más esenciales, son la bondad, solidaridad, alegría, amor, desarrollo personal, desarrollo espiritual, creatividad, belleza, arte, etc.
Espero que te haya sido útil el fascículo y que lo hayas disfrutado.
¿Quieres saber más de emociones, motivaciones y valores? ¿Quieres seguir la historia de Luis Castro? Lee los demás fascículos de Vida Salvaje de las emociones.
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