Vida salvaje de las emociones. Capítulo 8. Tu mundo interior en esencia
La gestión de tu mundo interior
Dice Michael Neill que «cualquier emoción que experimentamos es la sombra de un pensamiento», realmente, no procede del mundo exterior. Cuando alguien te da una mala contestación o cuando el mando de la televisión no funciona, te enfadas por la interpretación que haces, no por el hecho en sí. Otra persona no le daría ninguna importancia a esa mala contestación, o incluso le haría gracia. Incluso a ti mismo, en otro momento y según el humor con que te encuentres, ese hecho podría no afectarte.
Nuestros sentimientos son el reflejo de nuestro mundo interior, no de nuestras circunstancias.
Entonces… «¿Por qué no pensamos solo cosas positivas?»
Porque no somos dueños de nuestros pensamientos, ellos tienen vida propia, igual que las emociones, una vida salvaje. Somos el terreno de juego de los pensamientos y las emociones.
Podemos gestionar nuestro mundo interior para que no nos controle, pero es como cuando se hace un dique para gestionar el efecto del mar. El mar es inabarcable, indomable. Lo único que podemos hacer es navegar en él de forma elegante. Nuestro juego interior consiste en ser conscientes de los pensamientos y las emociones para orientarlos en su fluir.
Y una última pregunta… «¿Qué pensamientos son los que condicionan nuestra vida?»
Hay pensamientos que están más presentes y que condicionan nuestra vida, aquellos de los que decimos «es que yo soy así», en los que se asienta todo nuestro sistema lógico. Por ejemplo, creemos que es intolerable la actitud de una persona del trabajo o de nuestro entorno y nos obsesionamos con ello, o consideramos que no valemos por no tener trabajo, etc.
Lo peor no es tener esa perspectiva, sino que creemos que es la única posible y nos apegamos a ella. Las perspectivas que tenemos más implantadas son las que nos impiden ser verdaderamente libres y su pegamento son las emociones. La gestión de esas emociones y de esas perspectivas es el camino hacia la libertad.
La gestión de nuestro mundo interior se basa en ser conscientes de cómo nos sentimos en cada momento y, desde la máxima claridad y serenidad, llegar a la raíz de esos sentimientos. Este es el habitual camino del coaching.
Nuestros pensamientos son un reflejo subjetivo de la realidad, el cual depende de muchas casualidades ocurridas a lo largo de nuestra propia historia, pero podemos cambiarlo. Para ello, la clave es amortiguar las emociones, su pegamento. Gestionarlas bien nos permitirá cultivar un mundo interior equilibrado y con posibilidad de crecimiento.
Cuando ves más allá de la realidad creada por tus pensamientos, entras en contacto con la parte más profunda y auténtica de tu ser. Conectas con tu esencia. Toma asiento al calor de ella y podrás diseñar una vida más plena y saludable, sembrando pensamientos sabios y emociones que te hacen feliz.
El equilibrio entre tus retos y tu paz
Durante esa temporada profundicé en la filosofía oriental. Me sorprendió el “I Ching, el libro de los cambios«. Este libro, asombroso compendio de sabiduría, describe con múltiples casos lo que hay detrás de la gestión emocional: el equilibrio entre las dos fuerzas eternas: la paz y el crecimiento, el yin y el yang. Este equilibrio también se puede intuir en el fondo de toda la historia de la psicología y la filosofía.
Podemos sustituir el concepto «crecimiento» por lo que es su aplicación práctica: perseguir un propósito o un reto.
El ser humano necesita tanto del reto como de la paz: el reto sin paz genera ansiedad; la paz sin un reto, carece de sentido para el ser humano. lo cual es la semilla de la crisis existencial. La ansiedad y la crisis existencial son las dos enfermedades del alma del siglo XXI. Evitarlas es el objetivo de las disciplinas que tratan el desarrollo personal y espiritual.
Las emociones se producen en el cuerpo y son interpretadas por la mente.
Releyendo el libro de Damasio «Y el cerebro creó al hombre», es fascinante ver cómo explica que tu cuerpo es el terreno de juego de las emociones. En su página 294, dice que «los sentimientos de emoción son variaciones de las sensaciones primordiales».
Las sensaciones primordiales circulan a través de nuestro medio interno y de nuestras vísceras para guiar toda nuestra biología. A partir de ellas, se generan también nuestras emociones.
Por tanto, las emociones se producen en nuestro interior físico y se trasladan a nuestro mundo mental, modulando los pensamientos. Las emociones son susurros o incluso gritos de tu cuerpo que afectan a tu mente.
Esto es evidente si consideramos cómo describimos las emociones: cuando decimos, por ejemplo, «tengo un nudo en la garganta» (o en el estómago, que no es lo mismo), o que «se me encoge el corazón», o que «se me revuelven las tripas», o que «no podía respirar», o que «me parecía como si volara», etc. Hay incontables ejemplos de que, ante una situación, tu cuerpo reacciona con emociones para decirte cómo sentirte y, por tanto, cómo debes reaccionar.
Es fantástica la metáfora que usa Damasio, en esa misma página, para describir las emociones. Dice que son un «coro atento y cuidadoso (de sensaciones) que acompaña a todas las demás imágenes que se suceden en la mente».
¿Cómo entrenar nuestro mundo interior? Combinando cuerpo y mente
Siendo conscientes de este carácter físico de las emociones y respetándolo, podemos descubrir la forma de transformarlas. Necesitará el mismo cariño y atención que cuando queremos domesticar a un animal.
A veces, nos engañamos pensando que «la próxima vez que no esté de acuerdo con él, no discutiré», igual que «el próximo lunes sí que iré al gimnasio». La emoción nos acaba venciendo de nuevo, porque los circuitos neuronales y la biología del cuerpo tiene marcada a fuego influencia.
La naturaleza física de las emociones nos permite entender que no podemos transformarlas sin el proceso y el cuidado adecuados. Para hacerlo, debemos primero escucharlas y luego descubrir las imágenes mentales que provocan esa reacción y cambiarlas, con la ayuda también del diálogo interno, tal como estamos viendo en las distintas técnicas a lo largo del libro.
De esa manera, podrás tranquilizar tu cuerpo, para apaciguar y transformar las emociones.
En definitiva, cuerpo y mente son dos caras de la misma moneda. Puedes domesticar las emociones poniendo en sintonía ambas caras:
- Usa tu cuerpo: escuchando desde la serenidad tus sensaciones físicas, manifestación primaria de las emociones, y los pensamientos que vienen con ellas.
- Entonces, desata tu mente: descubriendo tus imágenes mentales y tu relato verbal…. y transformándolos.
Esto es exactamente lo que hacen el coaching y la PNL, igual que otras disciplinas similares, con el resultado de una asombrosa sanación emocional. La felicidad está más cerca de lo que crees.
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¡Excelente artículo, Daniel! Y maravillosas reflexiones. (Feliz de haberte servido de inspiración para su creación). Qué complejo y fascinante es nuestro mundo interior…